Creía que estaba acostumbrada. Nunca he bebido, luego no podía echar de menos el alcohol. Nunca he sabido bailar, así que era imposible que añorase moverme en un simulacro de http://www.imageneschistosasweb.com/epiléptico. ¡Qué equivocada estaba!
La culpa la tiene mi prima Paula. Creo que un lazo familiar es algo accesorio, un accidente de nacimiento: un apellido en común no tiene por qué unir a la gente, hasta el punto que a mis padres he de agradecerles muchas cosas, pero no tengo por qué quererlos. De hecho, aborrezco con todo mi ser a la familia de mi madre, pero la de mi padre es otro cantar... La familia de mi padre (MI familia) tiene un carácter muy marcado, tan bien definido que si conoces a uno de nosotros puedes afirmar que nos conoces a todos, así que no importa que en el correr de los años mis primos se hayan ido emparejando y hayamos dejado de vernos con la frecuencia que nos veíamos antes. Seguimos siendo una piña y nuestras fiestas de Navidad siguen siendo las mayores juergas del año. De modo que mi prima Paula, al casarse, nos brindó una excusa para reunirnos todos.
Cuando éramos pequeños, nos veíamos todos los fines de semana. Nuestros padres se reunían para almorzar en distintas ventas y restaurantes y, como es lógico, nos llevaban con ellos, asi que el contacto era muy continuado y estrecho. SIn embargo, poco a poco el ir con nuestros padres perdió su aliciente y cada cual tomó su camino, de modo que unas navidades me encontré con mis primos fumando porros y alcohólicos perdidos. A pesar de todo, el trato era y es como si no hubiese pasado un año desde las últimas fiestas familiares, de modo que esperaba con verdadero ansia la boda de mi prima Paula. Otras primas mías se casaron cuando todos éramos muy pequeños, así que la de Paula es la primera boda que nos pilla plenamente conscientes de las Fotos chistosas del evento. ¡Aquello iba a ser apoteósico!
Y lo ha sido, ¡de qué manera!
Confieso que en la iglesia nos reímos como locos y terminamos yéndonos al bar a tomarnos algo para evitar la misa. Reconozco que el escándalo al subir al altar para hacernos la foto de familia fue mayúsculo. Pero también he de admitir que yo, que nunca he comprendido por qué la gente llora en las bodas, tuve que secarme la lagrimilla cuando vi a mi prima bailar con su flamante esposo una balada de Scorpions. Me pareció un momento trascendente, precioso, como si algo importante acabase de suceder ante mis ojos, que se empañaron de forma inesperada. ¡Si yo no lloro en público!
Pero ayer por la noche lloré: ¡vaya si lloré! ¡De la http://www.imageneschistosasweb.com/!
La culpa la tiene mi prima Paula. Creo que un lazo familiar es algo accesorio, un accidente de nacimiento: un apellido en común no tiene por qué unir a la gente, hasta el punto que a mis padres he de agradecerles muchas cosas, pero no tengo por qué quererlos. De hecho, aborrezco con todo mi ser a la familia de mi madre, pero la de mi padre es otro cantar... La familia de mi padre (MI familia) tiene un carácter muy marcado, tan bien definido que si conoces a uno de nosotros puedes afirmar que nos conoces a todos, así que no importa que en el correr de los años mis primos se hayan ido emparejando y hayamos dejado de vernos con la frecuencia que nos veíamos antes. Seguimos siendo una piña y nuestras fiestas de Navidad siguen siendo las mayores juergas del año. De modo que mi prima Paula, al casarse, nos brindó una excusa para reunirnos todos.
Cuando éramos pequeños, nos veíamos todos los fines de semana. Nuestros padres se reunían para almorzar en distintas ventas y restaurantes y, como es lógico, nos llevaban con ellos, asi que el contacto era muy continuado y estrecho. SIn embargo, poco a poco el ir con nuestros padres perdió su aliciente y cada cual tomó su camino, de modo que unas navidades me encontré con mis primos fumando porros y alcohólicos perdidos. A pesar de todo, el trato era y es como si no hubiese pasado un año desde las últimas fiestas familiares, de modo que esperaba con verdadero ansia la boda de mi prima Paula. Otras primas mías se casaron cuando todos éramos muy pequeños, así que la de Paula es la primera boda que nos pilla plenamente conscientes de las Fotos chistosas del evento. ¡Aquello iba a ser apoteósico!
Y lo ha sido, ¡de qué manera!
Confieso que en la iglesia nos reímos como locos y terminamos yéndonos al bar a tomarnos algo para evitar la misa. Reconozco que el escándalo al subir al altar para hacernos la foto de familia fue mayúsculo. Pero también he de admitir que yo, que nunca he comprendido por qué la gente llora en las bodas, tuve que secarme la lagrimilla cuando vi a mi prima bailar con su flamante esposo una balada de Scorpions. Me pareció un momento trascendente, precioso, como si algo importante acabase de suceder ante mis ojos, que se empañaron de forma inesperada. ¡Si yo no lloro en público!
Pero ayer por la noche lloré: ¡vaya si lloré! ¡De la http://www.imageneschistosasweb.com/!