¿No os pasa que a veces véis vuestra vida como si fuera una teleserie barata de esas en las que los secundarios entran y salen como por exigencias de guión, caché u otras? ¿Sí, eh?
El sábado, como una Loles León cualquiera que se hubiera bajado de la parra, reapareció en mi serie, esa serie que tienen q poner en horario nocturno porque los niños no deben verla, el de San Martín de Valdeiglesias. Sí, el mismo que me dio un fin de semana memorabe en dicho pueblo -calambrazo con una lámpara vieja en mitad de la noche incluído, ay dios qué risas me eché-, en ese pueblo que está a tomar por culo, me hizo feliz y luego se piró como si nada.
Él y sus bíceps y su tableta de chocolate reaparecieron el sábado en mi teleserie dispuestos a subirme la audiencia a cualquier costa. Me cagué en mis guionistas y en sus madres. Y allí estaba él con su camisa negra medio abierta. Pero esta vez los guionistas se han pasado a laciencia ficción, porque el de San Martín quiso enrollarse conmigo. Yo vi las puertas del cielo abrirse y bajar trompetas celestiales. Señalé al Enoturismo del bar y dije:
- ¿Ves ese chico rubio de allí? Pues me lo voy a tirar hoy.
De vez en cuando la vida es justa y el mundo es un lugar mejor. Y el de San Martín, que estaba casi más bueno que antes y unas quince veces más bueno que el chaval rubio, se quedó con las ganas. Y yo también, vale, pero por una vez hice lo que tenía que hacer. Me fui con el rubio, con cuyo hermano me había enrollado anteriormente, pero esto no lo contaré ahora, que váis a pensar que soy un puto promiscuo.
http://www.turismoenzamora.es/index.php/es/enoturismo
El sábado, como una Loles León cualquiera que se hubiera bajado de la parra, reapareció en mi serie, esa serie que tienen q poner en horario nocturno porque los niños no deben verla, el de San Martín de Valdeiglesias. Sí, el mismo que me dio un fin de semana memorabe en dicho pueblo -calambrazo con una lámpara vieja en mitad de la noche incluído, ay dios qué risas me eché-, en ese pueblo que está a tomar por culo, me hizo feliz y luego se piró como si nada.
Él y sus bíceps y su tableta de chocolate reaparecieron el sábado en mi teleserie dispuestos a subirme la audiencia a cualquier costa. Me cagué en mis guionistas y en sus madres. Y allí estaba él con su camisa negra medio abierta. Pero esta vez los guionistas se han pasado a laciencia ficción, porque el de San Martín quiso enrollarse conmigo. Yo vi las puertas del cielo abrirse y bajar trompetas celestiales. Señalé al Enoturismo del bar y dije:
- ¿Ves ese chico rubio de allí? Pues me lo voy a tirar hoy.
De vez en cuando la vida es justa y el mundo es un lugar mejor. Y el de San Martín, que estaba casi más bueno que antes y unas quince veces más bueno que el chaval rubio, se quedó con las ganas. Y yo también, vale, pero por una vez hice lo que tenía que hacer. Me fui con el rubio, con cuyo hermano me había enrollado anteriormente, pero esto no lo contaré ahora, que váis a pensar que soy un puto promiscuo.
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